Entre los juguetes que dejó Papá Noel en casa de los abuelos y los que han dejado los Reyes Magos, vamos a tener que hacer algunas reorganizaciones del espacio para poder seguir viviendo sin hacinamiento.
Este año he aprendido dos cosas importantes sobre el mundo de los juguetes...
La primera es que han evolucionado una barbaridad desde mi más tierna infancia hasta nuestros días. Los muñecos que me dejaban a mí los Reyes Magos lo máximo que hacían era repetir siempre la misma canción, una y otra vez, cuando le dabas al botón. A otros les podías dar el biberón y simultáneamente manchaban el pañal con el mismo líquido que, por acción gravitatoria, salía a gran velocidad. Los peluches eran sólo simples muñecos a los que achuchar. Las cocinitas eran el juguete que complementabas con garbanzos y macarrones que tu madre te daba para poder imitar que cocinabas de verdad. Ahora los muñecos se conectan a Internet para personalizar datos de tus hijos, les llaman por su nombre y les hablan en dos o tres idiomas. Los peluches tienes cuatrocientos botones para aprender los números, las letras, los colores, las canciones, los cuentos o las nanas para dormir. Y la cocinita de iniciación que le han traído a Blanca tiene luz, se oye como cae el agua cuando abre el grifo, te avisa cuando el horno ha terminado de cocinar, te habla en inglés... ¡¡Qué me gusta más a mí que a ella!!
La segunda es que por muy modernos que sean y por mucho microchip que lleven dentro no estoy muy segura del todo de si pueden llamarse "juguetes educativos". Porque los juguetes antes no te enseñaban inglés, que es algo que está realmente muy bien, pero dejaban algo más de espacio libre para la imaginación.
Además, hay dos de los juguetes que cantan canciones cuyas letras no me gustan demasiado. Una es la canción de los patitos, que dice lo siguiente:
"Todos los patitos se fueron a bañar
el más chiquitito no sabía nadar
su madre enfadada le quiso pegar
el pobre patito se puso a llorar"
Yo, aunque me puedan tachar de exagerada, la versión que le canto a Blanca es la que dice que el patito se quedó detrás (se despistó) y la madre enfadada (asustada al no verle) le quiso regañar. No me parece que el hecho de que no sepas hacer algo sea para que tu madre se enfade. Y no me gusta una canción que habla de pegar a los niños ni a nadie!el más chiquitito no sabía nadar
su madre enfadada le quiso pegar
el pobre patito se puso a llorar"
Otra canción que no me hace gracia es la que suena en un libro de canciones que le pedí yo misma a sus majestades y cómo me arrepiento de no haber escuchado el libro entero antes de elegirlo. Es una versión de "El Patio de mi casa" que desconocía, que dice que "Y si tú no me quieres otro amante me querrá", en vez de "otro amigo" como yo la cantaba de pequeña. ¡¡Valeeee...quizás soy un pelín exagerada en este caso, pero es que me gusta más mi versión!!
En cualquier caso, me he dado cuenta de que regalar un juguete a un niño es una gran responsabilidad y que, por encima de lo moderno o fascinante que nos pueda parecer a priori, lo más importante son los valores que queremos que nuestros hijos aprendan cuando jueguen con ellos.
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