Hoy se me cayó el alma a los pies cuando vi aparecer a la pequeña de la guardería. Tiene tres arañazos, uno cerca de cada ojo y el tercero en la nariz. Lo terrible del asunto es que tiene la piel en carne viva, son desgarros más que arañazos.
Cuando la vi me entraron ganas de llorar pero, como venía contenta y sonriendo, disimulé mi ánimo.
¿Cómo ha podido pasar?
En la escuela infantil me han dicho que Blanca está pegona (que extraño que nunca me habían dicho nada antes) y que hay otro bebé pegón con el que se ha peleado. Blanca pasó una época, hace meses, en la que nos pegaba manotazos pero dejó de hacerlo. Ahora, cuando estamos con otros niños, en el parque o en otro sitio, no pega jamás. No es que pegue poco, es que no pega nunca.
No digo que ella sea más buena que otros ni nada de eso. Simplemente me extraña que se comporte de una forma tan diametralmente opuesta en la guardería.
Por otro lado, entiendo que un manotazo o un arañazo, es algo a lo que todos los bebés están expuestos... ¿Pero tres? ¿No dio tiempo a la educadora a parar al niño después del primero? ¿Qué hubiese pasado si en vez de darle cerca hubiese arañado el ojo?
Me gusta la escuela infantil de Blanca. Me gustan las profesionales que la llevan. Es la mejor de las que conozco y por eso la llevamos allí, pero sigo pensando que los niños están mucho mejor con sus padres cuando esto es posible.
Me asusta pensar lo que aprende mi hija de experiencias de este tipo y cómo percibe la violencia.