¿Qué es real?

A veces me encantaría saber qué es lo que está pasando por esa cabecita tan preciosa que me mira con ojillos inquietos. Cuando le hablo entiende lo que le digo pero desconozco hasta qué punto y cómo lo procesa.

La percepción que tenemos de las cosas habituales es completamente distinta de una persona a otra y, probablemente, tratándose de bebés las diferencias sean aún mayores. Hay veces que me quedo perpleja por las cosas que hace, como jugar a las cocinitas, fingir que alimenta a sus muñecos, acunarlos para dormirles cantándoles al ritmo de su "Eeah, eah, eah..."
También me sorprende la gran cantidad de palabras que conoce de objetos, números, alimentos, personas e incluso sonidos de animales. ¡¡Cuánto sabe!! ¿Verdad?

Ya lo dice la gente...¿No?
"Los niños saben más de lo que nos creemos"
"Los niños saben latín"
"Los niños son manipuladores"

Pero nada de eso debería desvirtuar nuestra visión de que sólo es un bebé de menos de 18 meses y que por mucho que nos asombren sus avances o conocimientos, ni razona, ni piensa ni deduce de la misma forma que un adulto.

Ayer, mirando con ella una revista de juguetes, vio la figura de un caballo y le gustó tanto que la quería coger. Yo le intentaba explicar que era una fotografía pero ella insistía con su manita intentando agarrar aquel animal que tanto le gustaba. Aquel caballito para mí no era real pero para ella sí lo era. Lo estaba viendo, por lo que debía estar allí y debía poder cogerlo.

Cuando ve a los niños en el parque le encanta jugar con ellos, sentarse a su lado, les sonríe...y no comprende por qué los niños más mayores no desean hacer también lo mismo con ella. Cuando está comiendo suele tirar comida al suelo pero no es porque no la quiera y se enfada cuando la quiere recuperar sin éxito. Cuando quiere hablar con su padre o sus abuelos coge el teléfono, o las llaves, o un mando a distancia, o cualquier objeto que le parezca adecuado y se pone a hablar...

Y es que no debemos olvidar que es sólo un pequeño, inocente e indefenso bebé. Deberemos intentar empatizar con ella, intentar comprenderla en vez de que ella nos comprenda a nosotros y asumir que su realidad es distinta de la nuestra. Ojalá pudiese sentir, ver y entender lo que ella piensa. Todo sería mucho más fácil pero seguro que también mucho más aburrido.