Cuando uno piensa en Amsterdam lo primero que nos viene a la cabeza son los canales, el barrio rojo lleno de escaparates con prostitutas y los coffee shops...así que ir allí con un bebé no parece muy recomendable. ¡Pero nada más lejos de la realidad!
Si ahora tuviese que decir tres cosas que vas a encontrar en abundancia en esta maravillosa ciudad diría: bicicletas, gente encantadora y bebés. Pues sí. La ciudad se caracteriza por tener habitantes muy felices y agradables que circulan en millones de bicicletas con todos sus bebés a cuestas. Digo todos, porque allí las parejas jóvenes tienen dos, tres o cuatro hijos.
Lo primero que nos llamó la atención al llegar fueron las bicis. No había visto tantas en toda mi vida. Circulando por sus carriles que inundan todas las zonas posibles, aparcadas en aparcamientos gigantes de varias plantas hasta en barcos... Allí las bicicletas tienen preferencia ante otros medios de transporte y por eso es el medio usado por excelencia. Hemos visto a muchos padres llevar a sus hijos en ellas (hasta tres pequeños en una bicicleta)
Como hay tantos niños todo está perfectamente acondicionado para ellos. En cualquier sitio había tronas, cambiadores o menús infantiles. Hasta en los autobuses y tranvías hay zonas reservadas para los carritos. Y si en algún sitio no había cambiadores (algo rarísimo) te ayudaban facilitando las cosas. Allí los bebés son bien recibidos.
Un día nos hizo un tiempo horrible con frío y lluvia, así que preguntamos qué podíamos hacer con Blanca para no estar encerrados en el hotel. Nos recomendaron el Tun Fun. Es un parque subterráneo para los peques de 4.000 m2. Había toboganes, colchonetas, zonas de bolas, camas elásticas. Era el paraíso de la diversión de los niños. Pero lo que más nos gustó fue que, a diferencia de los parques de bolas de aquí, allí no hay personal para jugar con tus hijos mientras tú miras desde fuera. Allí los padres entraban, cuidaban, jugaban y disfrutaban junto a sus hijos. Es otra mentalidad. No pago porque alguien me los entretenga sino por usar las instalaciones y jugar yo.
Ha sido un viaje maravilloso. Allí se nota que la gente vive bien, pueden tener más hijos y se percibe que son muy felices. Es una sociedad amable con las personas. ¡¡Me ha gustado tanto que podría vivir allí!! Lo único que no me gusta es el viento...pero me podría acostumbrar ;)
100% de acuerdo contigo. No me importaría pasar alli una larga temporada. Deseandito estoy de ir con el peque. Desde luego eso de centro ese de juegos es una pasada. Otro concepto, como dices y de las bicis...para que hablar. Ojalá esto se pareciera un poco más a aquello.
ResponderEliminarUn besazo
La verdad es que me da más pena por Blanca que por mí. Yo ya estoy acostumbrada...¿Pero qué futuro le espera a ella aquí?
EliminarYo me voy tb. Me encantó sin niñas y ahora que tengo dos no me lo pensaría. Tengo amigas allí y la gente es muy amable y cívica. Muy respetuosos y con la mente muy abierta. A mi me encanta. Quizá por eso casi todos mis amigos son extranjeros:o viceversa? Jejejejeje estoy cansada pero aprovechó para leeros porque reconforta saber que hay más personas que quieren cambiar el mundo y que piensan que aquí no hay mucho futuro. Reflexiones de una hippy de corazón convencida de que un mundo mejor y una sociedad mejor es posible. Viva Amsterdam!
ResponderEliminarPues sí que me alegro yo también de encontrar a gente como tú. A veces me siento un bicho raro. La vuelta ha sido un golpe de contrastes...
EliminarTenemos que quedar un día para ponernos cara y que nuestras peques jueguen. Por suerte poco a poco vamos siendo más!!!! ;)
Un besote