Hay algo que sólo se aprende cuando te conviertes en madre y que, por mucho que te lo cuenten, hasta que no lo experimentas no puedes saber lo duro que es. Y es que el dolor de un hijo te duele más que el tuyo propio. Increíble pero cierto. Cuando Blanca llora con su carita y me mira con esos ojitos de pena...deseo ser yo la que tenga los gases en vez de ella!
Esta tarde le han puesto las vacunas de los dos meses y no he podido mirar cuando le pinchaban, sin embargo no tengo tantos reparos cuando me pinchan a mí. La pobre ha llorado muy poco pero me ha dado una pena!!!! Lo he pasado yo peor que ella.
Menos mal que hasta el mes que viene no le toca otra y esperemos que esta vez no tenga muchas reacciones de las vacunas...
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