viernes, 21 de febrero de 2014

Horror en el supermercado


Ayer no podía hacer otra cosa más que acordarme de la famosa canción de Alaska y los Pegamoides. Y es que cuando llegamos al supermercado, Blanca se enfadó muchísimo por algo que todavía no he conseguido averiguar.

Ya en la puerta me dijo (sin que ocurriese nada bajo mi criterio de +32 años más que ella) que no quería estar conmigo, que quería estar siempre sola. Ni conmigo, ni con papá, ni con los abuelos. Como no quería entrar en la tienda le pregunté de broma que si prefería que buscase a otra persona en el supermercado que se quisiera quedar con ella y accedió a pasar.
Yo pensaba que al entrar, como le encanta ayudarme con las frutas y verduras, se le pasaría...pero no.

Ahí estaba ella, cual estatua, cada vez más enfadada y con el ceño más fruncido. Y cada vez que yo le proponía algo su respuesta era "No quiero" o "No quiero estar contigo".
Entonces empecé a intentar razonar con ella, explicándole que no se podía quedar ahí sola mientras yo iba a otra zona del supermercado, porque nos podíamos perder. Después pasé a las técnicas de "colabora conmigo" y "asesórame con que fruta compramos", pero tampoco funcionó. Todos mis recursos se iban agotando y los más adecuados acabaron dejando paso a los que procuro no usar...


¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Le hice chantaje!!!


"¿Te apetece que compremos tal o cual fruta?", "Quieres que te compre esto?"
Esos métodos de madre sin recursos tampoco funcionaron como era de esperar. Si había hecho algo taaaan grave para que ella tuviese un enfado taaaan grande, no iba a arreglarlo yo ahora de una forma tan simplona. Sus ojos me decían "Mamá tengo tres años, no soy estúpida"

Entonces, cuando ya no disponía de más trucos en la manga, la cogí en brazos con todo el cariño que pude para intentarla consolar. Ahí empezó a chillar y a agitarse, y yo comencé a sentir esas miradas desaprobatorias de otras madres comprando en la tranquilidad que tiene una madre comprando cuando... ¡¡tu hijo está en el colegio!! ¡¡Así cualquiera, guapa!!

¿Y qué hice yo? Tuve ganas de ponerme a patalear, chillando en el suelo, que en ese momento me pareció lo más sensato...pero eentonces llegó un dependiente cual padre Karras (¿Que no habéis visto El Exorcista?), le dio algo de conversación y le sacó el demonio quitó el mal humor. Y así pudimos terminar de comprar y volver a casa.

Ahora que lo veo con perspectiva, pensando en todo lo que pasó, creo que no debía haber recurrido a esas estrategias tan horribles como es el chantaje. La próxima vez que me vea en una situación así y no me funcionen las técnicas más adecuadas...
¡¡Llamo al dependiente!! ;)

10 comentarios:

  1. ahhh me parto! me parto por la solución, ehh, no te lo tomes a mal. Es que hay veces que no funciona nada. Quizás hubiera sido una buena fórmula que te tiraras al suelo a patalear y gritar, emulando aquel anuncio de no se qué producto.
    Espero que la próxima vez tengas un dependiente cerca ;)
    besazos

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    1. Tuve ganas de gritar pero me contuve a tiempo ;P
      Un besote

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  2. Más de una vez un extraño le ha sacado un sonrisa a Peque en un mal día y no veas como se agradece...Sí, hay días que nada funciona!!
    Muas!

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    1. Es verdad. Muchas veces no conseguimos acertar de ninguna forma y de la forma más inverosímil se soluciona todo :)
      Un besote

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  3. Te entiendo perfectamente ;-)
    En situaciones así, la verdad es que prefiero que me miren con mala cara, lo que sea con tal de que no me vengan con especulaciones sobre el motivo de la rabieta o peor aún, consejos acerca de cómo debería manejarla.
    Besos.

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    1. Verdad! Es lo que me hubiese molestado más, que alguien me diera consejos en ese momento :)
      Un besote

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  4. Respuestas
    1. :D Tendré que darle las gracias cuando lo vuelva a ver!!!

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  5. Si es que es tan difícil tener siempre respuesta y soluciones imaginativas, a saber... para tu consuelo, te comprendo.
    Un fuerte abrazo y un dependiente enrrollado ¡eso es lo que necesitamos! ;-)

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