sábado, 12 de abril de 2014

Crónicas de un destete

Llevo algunos meses eludiendo escribir esta entrada. No me apetecía hablar sobre ello, quizás porque me sentía culpable y no deseaba ahondar más en ese malestar que tenía en lo más profundo. Pero tal vez sólo necesitaba tiempo para asimilar todo lo sucedido. Después de todo habían sido 37 meses de una lactancia que había nacido junto a mi maternidad y ahora ésta estaba más vacía sin ella. Ahora, con más distancia veo las cosas con mayor perspectiva.

Siempre tuve claro que amamantaría a mi hija. Incluso cuando me dolían los pezones a rabiar en las primeras semanas, incluso cuando eso suponía tener un bebé veinticuatro horas pegado a mí, incluso cuando le salieron los dientes y me mordió en alguna ocasión. No soy masoquista ni tampoco una heroína, no os dejéis engañar. Mirarla y su contacto mientras mamaba eran la mejor medicina para los dolores, perlas de leche y los días en pijama. A veces notaba su pequeña manita acariciándome la espalda con sólo semanas de vida y eso pagaba con creces cualquier otro inconveniente. Y en realidad no es que molestase estar todo el día con ella en brazos, me molestaba muchísimo más que alguna visita me la arrancara temporalmente de las manos. De hecho a veces me negué a que la cogiera alguien a pesar de las críticas. Era mi alma, mi amor, mi tesoro y yo entonces era una mujer locamente enamorada cuyo tiempo se detenía porque era correspondida. Así que jamás dudé de que, a pesar de todo, mi lactancia triunfaría.

Poco a poco las cosas se fueron normalizando. Con el tiempo y con la alimentación complementaria comenzó el proceso de destete de forma natural. El primer año era más leche que comida. El segundo, con las mil tomas nocturnas que hacía, la cosa estaba bastante equilibrada. El tercero la leche fue quedando relegada a los momentos de llanto o de sueño. Ya no mamaba por las noches porque le expliqué que era mejor descansar, sólo lo hacía antes de dormir. Y al final, cuando ya sólo hacía una toma, me decía que no salía leche.

A lo largo de todos los meses comprendí que no deseaba otra que ella fuese la que se destetase sola. Pero en las vacaciones de Navidad un par de noches se durmió sin su tetita y me do cuenta de que ya no la necesitaba. Entonces decidí yo dar el primer paso. No sufrió, asumió con normalidad que cuando me pedía tetita le dijese que estaba vacía. Realmente lo estaba. Durante mucho tiempo me sentí culpable y echaba muchísimo de menos aquellos momentos que eran sólo nuestros. Ahora creo que sólo comprendí que ya había terminado nuestro momento y que ya era sólo cuestión de días o semanas. Era el primer paso para una independencia cada vez mayor que día tras día hace más mella en mi corazón. Se va haciendo mayor y el destete fue sólo otro paso.

A pesar de la melancolía y de la morriña, tengo el consuelo de que nuestra lactancia fue sólo nuestra, sin intervenciones del exterior, duró lo que quisimos, y serán unos momentos que atesoraré en la memoria el resto de mi vida.

8 comentarios:

  1. Todo tiene un comienzo y un final y tu has sido muy respetuosa con ello asi que no le des mas vueltas!!Lo has hecho genial!!Un beso!

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    1. Muchas gracias por tus palabras. Ha sido una decisión difícil pero creo que poco se podía hacer ya.
      Un beso guapa

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  2. Así es linda y lo sabes. Lo habéis hecho genial ambas. Habéis dejado que la naturaleza siguiera su curso, habéis respetado los tiempos y a vosotras mismas. Habéis disfrutado de esos momentos, son vuestros y estará ahí para siempre.
    Una etapa más. Debes de estar feliz de haberla vivido en plenitud.
    Un beso amiga

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    1. Gracias Carmen, aunque no puedo evitar pensar que yo he precipitado quizás el final.
      Un beso enorme

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  3. Da pena decir adiós a un etapa tan bonita e íntima entre madre e hij@, pero ha sido cosa de las dos y lo habéis disfrutado mucho, así que a disfrutar de lo que está por llegar!
    Muas!

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    1. Vendrán otras cosas..pero ésta nunca volverá pero como dijo Gabo: no llores porque se terminó, sonríe porque sucedió.
      Un abrazo

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  4. Pero qué preciosa historia, un destete tan armónico, qué maravilla! Seguís teniendo momentos para vosotras, todos, cuando le lees un cuento, cuando cocináis juntas, cuando paseáis de la mano, cuando habláis de vuestras cosas, de las experiencias del día... La naturaleza de los momentos cambia pero no lo especial e intensos que son, una madre siempre es una madre, aunque la lactancia no esté implicada, cuidando vuestro cordón umbilical será irrompible. Concentrate en lo que tienes porque es tan tan hermoso, otra complicidad que va creciendo con vosotras. Comprendo tu culpabilidad pero pasará sin duda. Un fuerte abrazo!

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    1. Leer tus palabras me reconforta Silvia. Muchas gracias linda.
      Un besote

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